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Estrategia Financiera 4 min de lectura

Cómo elaborar un plan de financiación en tu empresa para adelantarse al futuro

La pandemia nos ha enseñado la dificultad de prever el futuro: en cualquier momento, un “cisne negro” puede destruir años de planificación. Por eso es imprescindible contar con un plan de financiación capaz de proyectarse a un futuro que siempre es incierto. Pero las señales del presente nos pueden ayudar a prepararnos para sortear cualquier dificultad.

Un empresario no es un adivino. Pero, en cierto modo, sí debe jugar a serlo. Está claro que, en ocasiones, es extremadamente complejo prever el futuro. Pero ello no debe obviar nuestra obligación de tener en cuenta qué podría suceder en cualquier nivel (económico, político, social) y lugar (en nuestra ciudad, país o en cualquier otro mercado) que podría afectar a nuestra empresa.

Para anticiparse a ello, las empresas siempre tienen que crear un plan de financiación capaz de anticiparse a diferentes escenarios. Obviamente, cuando lo diseñamos tenemos en cuenta los factores conocidos en ese momento. Pero esos mismos factores nos pueden decir mucho de los posibles caminos a los que nos llevará el futuro. Basta jugar bien las cartas que tenemos.

La importancia del flujo de caja

Una necesidad imperiosa para toda empresa es saber cómo proyectar la caja para poder determinar si necesitaremos o no financiamiento. Para ello, tendremos que realizar un análisis que, en realidad, es más básico de lo que pensamos: con cuánto capital contamos en la actualidad y cuánto capital necesita nuestra empresa para funcionar.

A esas cantidades habrá que sumar las derivadas de las posibles contingencias que hayamos calculado, dentro de lo posible. Porque una cosa es prever que por una pandemia tendremos que cerrar nuestro negocio durante varios meses (algo muy difícil, por no decir imposible, de determinar en condiciones normales), y otra muy distinta es prever que podría entrar un nuevo competidor en nuestro mercado para ofrecer un producto sustituto del nuestro a un precio sensiblemente inferior.

Una vez determinado el flujo de caja de la empresa, deberemos determinar si las necesidades de financiación van a ser puntuales o constantes. De nuevo, conocer bien nuestra empresa, sus capacidades y recursos, el mercado en que operamos, nuestro producto y a los clientes nos puede ayudar a determinarlo. Siempre teniendo en cuenta que es técnicamente imposible controlar todos los factores, aunque sí sea posible manejar los suficientes como para reducir considerablemente la incertidumbre.

Tras determinar las posibles contingencias, el flujo de caja necesario para sortearlas y la duración de las necesidades, llega el momento de buscar alternativas de financiamiento adecuadas para nuestro caso particular.

Cómo financiar una empresa

Por lo general, las empresas se financian mediante recursos propios (derivados de su propia actividad), inyecciones de capital (de los accionistas actuales o de nuevos inversionistas) o mediante deuda (de corto o de largo plazo, con instituciones bancarias o con otros prestamistas). Aunque, en los últimos años, han surgido nuevos modelos como el crowdfunding (financiamiento colectivo).

Este punto es importante, porque la forma en que nos financiemos en el presente deberá ser tenida en cuenta para ese diseño del futuro. Y es que no es lo mismo financiarse por terceros con capital, algo que no impactará en nuestras cuentas futuras por no tener que devolver ese capital (pero sí entregando dividendos si es que se logra rentabilizar el negocio), que hacerlo mediante un préstamo, que tendremos que reembolsar a futuro pagando intereses. Un buen empresario tendrá en cuenta estos escenarios a la hora de planificar su plan de financiación.

En definitiva, aunque el futuro siempre es incierto, una empresa no puede escudarse en la incertidumbre para actuar sin previsión. De hecho, la existencia de esa incertidumbre es lo que exige contar con un plan de financiación robusto y adaptable en tiempo real a cuantos factores internos y externos puedan afectar al normal funcionamiento de la empresa. Es la herramienta imprescindible para adelantarse al futuro partiendo de lo conocido en el presente. Y la mayor arma que tenemos como empresarios para garantizar la supervivencia del negocio a pesar de las circunstancias.