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Financiamiento 4 min de lectura

Tipos de financiamiento en una empresa: cuál te conviene en cada momento

Las empresas, durante su vida activa, pueden verse inmersas en multitud de situaciones dispares. Por ejemplo, cuando empiezan a establecerse, la necesidad de crecimiento futuro, el refinanciamiento de pasivos ya existentes, financiar pérdidas que el negocio está generando y necesita saldar o descalces puntuales de caja a corto plazo. Todas estas situaciones requerirán en mayor o menor medida de un diferente tipo de financiamiento, ya sea con capital o con deuda.

Financiamiento interno o con capital

Esta modalidad de financiamiento consiste en la venta de acciones de la empresa a un tercero o a accionistas actuales de la empresa. Así es como conseguiremos valorizar la empresa, mejorar la relación deuda/patrimonio y diversificar el riesgo de los accionistas o socios.

La principal desventaja de este modelo es que los socios principales pierden parte del control y se aumenta la presión en los nuevos accionistas para que la empresa produzca y rinda las ganancias comprometidas en consonancia con el nuevo inversor.

Los agentes y medios que intervienen en una financiación con capital son los socios, como hemos dicho anteriormente, o también pueden serlo los propios trabajadores. En ocasiones, se les permite adquirir acciones con un plan de descuento (lo que se conoce como stock options). De esta manera, se vincula el ejercicio del trabajador con los resultados de la empresa, incluso también teniendo opción a recibir dividendos.

En cuanto a las ventajas de esta financiación interna, destacamos la autofinanciación, que permite enriquecerse a través de la dotación a reservas. La tesorería es más solvente, es una forma de financiación ‘barata’ frente a otros tipos —como por ejemplo el externo— y no se requieren garantías ni avales (por lo tanto, hay mayor independencia).

Por el contrario, los inconvenientes a destacar son que los recursos son limitados y que los socios, al repartirse más, pierden parte del control de la empresa, como comentábamos.

Financiamiento externo o con deuda

Este financiamiento se produce cuando el negocio escoge endeudarse y así conseguir el dinero necesario para poder continuar operando. Por lo general, solicitan un préstamo para financiar la compra de un activo productivo, obtener capital de trabajo o bien pagar otra deuda.

La deuda se adquiere al aceptar un crédito o préstamo donde el representante de la compañía acuerda devolver el dinero gradualmente con un interés. Es la forma de financiación más habitual y la que más volumen maneja en el mercado. Podemos acceder a ella a través de las entidades bancarias, organismos públicos, fondos de inversión, financiación privada…

En este caso, el prestamista no se involucra en la gestión de la empresa (cosa que sí pasa en la financiación con capital). Simplemente presta el dinero para que sea devuelto en un plazo y forma pactados.

Estas deudas computan, dentro del balance de la empresa, en el pasivo, empeoran la calidad de crédito y reducen la solvencia.

No obstante, entre las ventajas de este tipo de financiamiento está el voto de confianza que recibe la empresa por parte de su banco y la importancia para el historial financiero.

Por el contrario, la mayor desventaja es que se requiere de garantías que a veces la empresa no tiene, y cualquier retraso puede limitar el uso de otras alternativas de financiamiento bancarias.

¿Qué tipo de financiamiento me conviene más?

Para las compañías, elegir uno u otro tipo de financiamiento depende de la situación y del momento de ciclo de vida empresarial en el que se encuentre.

Lo habitual es, al inicio y primer periodo de crecimiento de la compañía, financiarse con capital y, más adelante, cuando esté asentada y estabilizada, financiarse con deuda.

Dependiendo de las necesidades de crecimiento, de dar entrada a nuevos socios o no y de la estructura del balance de situación, será mejor una u otra opción, que deberá valorar cada empresario en base a factores que debe analizar constantemente en su balance. Una vez escogido el tipo de financiación, habrá que elegir el** vehículo de financiación**.

Por norma general, lo ideal sería financiarse con deuda para no perder el control de la compañía; sin embargo, si se espera crecer mucho, lo ideal es la financiación de capital.

Por tanto, todos los modelos y tipos de financiamiento de una empresa son en sí adecuados, si bien se recomienda conocer muy bien la realidad de cada compañía para poder escoger aquellas herramientas que mejor se adaptan a cada situación particular.